domingo, 1 de octubre de 2017

¡Cometamos nuevos errores!


Eppur si muove
La discusión sobre el sesgo de larga data de las encuestas, así como la necesidad de regular su accionar se instala lentamente como un tema de la agenda política. No ocupa las primeras planas, pero comienza a obtener cobertura en los medios, y los distintos actores juegan sus cartas.

El 17 de agosto un conjunto importante de organizaciones sociales pidió públicamente a las encuestadoras que publiquen los datos crudos (microdatos) del ciclo electoral 2014.(1)

El pedido de información tiene como eje el derecho de los ciudadanos a conocer los datos de la encuesta tal como surgen de las respuestas de los encuestados, y no solamente la interpretación de la encuestadora.

"La principal razón por la que realizamos este pedido es porque entendemos que el valor intrínseco de esos datos para la salud de la democracia es demasiado alto, como para no estar al alcance de investigadores, cientistas de datos y la población en general."

Los argumentos
En un anexo de antecedentes se incluyen los argumentos que soportan el pedido, repartido en dos pilares: Un estudio de los datos, complementado con una simulación por computadora que muestra que el sesgo del sistema de encuestas en Uruguay es grave, inapelable y de larga data.

Una resolución de la la Comisión de Promoción y Defensa de la Competencia donde las propias encuestadoras reconocen que sus procesos de ponderación no son ni independientes ni probabilísticos.

Los argumentos que soportan el pedido son contundentes, y no dejan mucho espacio para la especulación: el sesgo está documentado con datos y viene como mínimo desde hace 4 ciclos electorales, bastante antes de que surgieran los motivos a los que los encuestadores les achacan los problemas.

Las respuestas
En general, en el ambiente político y de las distintas ciencias sociales vinculadas a la política las reacciones han sido de preocupación por lo marcado del sesgo y de apoyo al pedido como forma de entender mejor el problema.

Preocupación porque hay una sensación muy difundida de que el sesgo es un problema reciente y circunstancial, y los datos muestran que no es así. Los efectos distorsivos de un sistema de encuestas sesgado son muy grandes: se genera una realidad virtual en la que se asume una correlación de fuerzas irreal, que hace que la negociación política, el posicionamiento de candidatos y partidos, así como la comunicación sean distorsionadas.

En nuestra recorrida con todos los partidos, en particular sobre el ciclo de 2014, los políticos nos manifestaron que la distorsión de la realidad por las encuestas causó muchos problemas, algunos muy graves. Y algo que tal vez pueda resultar sorprendente, nadie piensa que salió favorecido por los problemas. A la larga parecería ser tan mala la subvaloración como la sobrevaloración.

Del lado de las encuestadoras la posición oficial es de silencio cerrado, como si el pedido no existiera. Eppur si muove: a pesar de que oficialmente no hay comentarios, en distintas entrevistas y notas de prensa empiezan a aparecer justificaciones de por qué no dar los datos. Analizaremos algunas de ellas.

Argumento 1 - La mayoría de la gente no lo entiende
También en agosto, en una nota del programa Suena Tremendo , preguntada sobre la posibilidad de difundir los datos crudos de las encuestas, Mariana Pomiés, directora de Cifra, argumentó en contra justificando su negativa en que el 98% de la gente no entiende qué son ni para qué sirven.(2)

El argumento no es de recibo por un problema de fondo: los datos crudos o microdatos nunca son para toda la población, en ninguna disciplina: no importa si se trata de encuestas, paleontología o física nuclear. Siempre hay una comunidad técnica y científica que es la que comprende y utiliza el conjunto de la información, es ésta la que asesora a los tomadores de decisiones y la que prepara la información que termina siendo difundida en forma masiva.

Cuando se etiqueta un electrodoméstico como de bajo o alto consumo, no se incluyen los microdatos. Lo mismo sucede cuando se etiqueta un alimento como que tiene alto contenido de sodio. Los datos que justifican y fundamentan estas decisiones están disponibles para la comunidad técnica y científica, y la transparencia enriquece la discusión. Cuando una de las partes ejerce el monopolio de la información y no la transparenta los resultados son siempre pobres y los perdedores están definidos antes de comenzar el juego: los ciudadanos.

Si se difunden los microdatos de las encuestas de 2014 la comunidad que trabaja sobre el tema tendrá un nuevo insumo de extremado valor para entender a cabalidad qué está pasando con el sistema de encuestas, cómo influye en la política y si las conclusiones que derivan de los datos de que la ponderación viene produciendo un sesgo notorio y prolongado se confirman o no.

Por último, y no por ello menos importante, en un tema tan crucial y delicado como el ejercicio de la democracia, no parece una buena práctica que algún actor se arrogue el derecho de decir qué entienden y qué no los ciudadanos. La transparencia siempre produce democracia. Jamás sucede al revés.

Argumento 2 - Los datos son del cliente que contrató la encuesta.
En una entrevista que le realizó el periodista Pablo Méndez de Canal M al director de Radar Alain Mizrahi, en los primeros días de setiembre, consultado sobre el hecho de que si los ciudadanos proporcionan los datos, estos deberían volver a ellos, Mizrahi argumentó que los datos crudos son de los clientes que pagaron por el estudio.(3)

Este argumento tiene dos niveles de discusión, ambas interesantes.
La primera y más obvia es que hasta donde tenemos conocimiento, jamás un partido político recibió los datos crudos de ninguna encuesta que contrató. Pero esto se puede corregir muy rápido: cada encuestadora adjunta un archivo con los datos crudos a un email y los envía a los partidos que contrataron las encuestas

La discusión de fondo, por su parte, tiene que ver con un conflicto de intereses entre uno o más privados por un lado: la encuestadora, el candidato, el partido político y la sociedad toda por otro. No es ni el primero ni el último conflicto de este tipo, en la sociedad hay una puja permanente de individuos, empresas y colectivos por establecer un punto de equilibrio entre sus derechos y los de la sociedad toda.

Este tipo de discusiones tiene un matiz particular, porque casi nunca una de las partes cuestiona que si los derechos de un particular o un grupo lastiman a la sociedad toda, los de ésta última deben prevalecer. Solo los liberales fundamentalistas o los anarquistas cuestionan esta premisa. El foco de la discusión no está entonces en si el particular tiene derecho, sino en saber si ese derecho lastima el interés colectivo.

Y precisamente ese es el objetivo del pedido: con los datos del ciclo electoral de 2014 podremos acercarnos a la definición de cuánto incidió la ponderación de las encuestadoras en el proceso electoral. Saberlo de forma transparente, haciendo que todos los actores cuenten con la misma información le permitirá al parlamento pararse de forma más adecuada frente a la decisión de si es necesario o no regular la publicación de encuestas electorales.

Considerando que el valor económico de los datos crudos de 2014 es hoy nulo, lo que se le está pidiendo a las encuestadoras no es una contribución económica, sino un gesto democrático, una contribución con el funcionamiento del proceso electoral.

Tenemos confianza en que al final estarán a la altura de los acontecimientos.



Prof. Daniel Mordecki

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