Ocurre en el cerebro luego de los tres o cuatro años después de iniciada la adolescencia. Esta etapa de la vida tiene un inicio individual para cada persona. Es fácil determinar ese comienzo con un par de datos: la velocidad de crecimiento de los huesos en un niño o niña, es de 4 a 5 cms. por año.
Al comenzar la adolescencia se pasa al doble, o más, de esa velocidad. Junto a esto, se puede observar la aparición de los caracteres sexuales secundarios.
En la mujer: crecimiento de mamas, ensanchamiento de caderas, vello púbico, entre otros.
En el varón: vello en el rostro y vello púbico, cambio en la voz, aparición de la "nuez de Adán", ensanchamiento de hombros...Las vísceras, todo el sistema fisiológico y el cerebro también experimentan abruptos cambios al mismo tiempo.
Unos 3 años después de este comienzo, la maraña de neuronas, con sus dendritas y axones, empieza a sufrir una selectividad. Tal y como haríamos con una planta que crece desmesuradamente, cortando sus ramas más débiles para fortalecer el tronco, tallo, hojas, flores y frutos, igualmente, el cerebro empieza a cortarle caminos a aquellas neuronas que hemos entrenado poco y vamos seleccionando datos y capacidades.
Esto limita esa amplitud receptiva para todo tipo de estímulos, pero, justamente por eso, va fortaleciendo aquellos que más interesan a la persona en desarrollo. Son datos que la neurociencia nos está incorporando en los últimos años y permite entender mejor lo que sucede dentro de quienes están organizando su adultez en medio de un ruido comunicacional ensordecedor...
Ruido que nosotros, los adultos que estamos cerca, podemos ayudar a mitigar.
Cortesía: Dr. Jorge Mota
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