martes, 1 de mayo de 2018

El valor del silencio en el juego infantil

Nuestro día a día nos lleva a estar rodeados de ruido y muchas veces perdemos la noción de lo importante que es el silencio. En la infancia tiene un valor importantísimo para su desarrollo y aprendizaje, y donde más lo necesitan es en el momento del juego.

Hace mucho tiempo que tengo ganas de escribir sobre el silencio, sobre cómo lo veo, lo interpreto y lo siento con respecto a la infancia, pero sobre todo del valor importantísimo que considero que tiene en el aprendizaje del niño y en sus juegos. Tendría que haber sido uno de mis primeros post escritos porque es una de las partes fundamentales del juego infantil… pero no ha sido así. Supongo que es difícil de explicarlo, porque aparte de una “no acción” es un sentimiento que uno descubre, palpa, intuye, siente y gestiona; y a veces los sentimientos como las acciones cuestan ponerlas delante de alguien. Porque no es fácil encontrar palabras adecuadas para llegar a la otra persona como a uno le gustaría… Pero esta vez lo voy a intentar…

Cuando mi primer hijo nació, mi pareja y yo: novatos totales sin ejemplos a nuestro alrededor, buscábamos nuestra manera de criar, de aproximarnos a nuestro hijo de una forma amorosa, lenta, respetuosa… Como todos, nos llenamos de libros de educación que nos dieron ideas… pero sobre todo de personas que fueron apareciendo en nuestros camino que llenaron esos pasos con maneras de hacer y palabras nuevas con los cuales nos sentíamos identificados!!!

Fuimos haciéndolas nuestras, como siempre creo que se tienen que hacer las cosas, probándolas y adaptándolas a nuestra forma de ser, a nuestro criterio y nuestro ritmo diario. Y cogiendo un poquito de cada, aplicando la lógica y la normalidad, creamos nuestra forma de interpretar la educación y la crianza. Como todos… y como todos seguimos aprendiendo, equivocándonos y rectificando.

Una de las cosas valiosas que aprendimos fue que la escucha y la observación son algo básico en la infancia. Pero para poder hacerlo conscientemente es necesario mantener “la boca cerrada”: permitir el silencio y abrir bien los ojos.

Permitir ese silencio generado por el niño, ya sea cuando está solo o acompañado de otros niños, y permitir también el silencio que el adulto debería generar al acompañar al niño en sus momentos de juego y de descanso. Porque ese silencio es en realidad sentimientos, aprendizajes y el mejor lugar donde nacen las palabras porque está cargado de sentido y de acontecimientos nuevos para quien lo mantiene.

Pero es verdad que no es nada fácil cuidar esos silencios, empezando por nuestros entornos ruidosos y de velocidad rápida y llegando al sentimiento que causa en muchas personas el silencio en sí. Entendiéndolo como un silencio incómodo, incomprensible e insoportable en algunos casos. Donde, a pesar de estar viendo a los niños en sus mundos, concentrados y sin necesidad de sonido alguno, la acción lleva a llenar ese “no ruido” con palabras innecesarias. No es fácil y a mí también me ha costado retener la palabra muchas veces…

Pero observando me he dado cuenta que esas interferencias que les producimos a sabiendas o no, no le aportan gran cosa. Sólo llamamos su atención, quizás para saciar nuestra propia necesidad y no la suya, paramos un juego o pensamiento y lo más seguro es que cambiemos el curso del juego. Algo así te intentaba transmitir hace tiempo en el post Déjales jugar.

Porque que un niño esté en silencio no significa que nos esté necesitando o esté triste, no tiene por qué. Sino que el silencio en un niño puede ser creado porque esté generando, porque esté concentrado, esté imaginando su mundo, conociéndolo y conociéndose, haciéndose preguntas, observando, experimentando y evaluando lo que tiene entre manos. O quizás simplemente este descansando física y mentalmente. Que también lo necesitan y lo hacen.

Para entenderlo, el silencio es parte del ritmo que nos marca el niño para llevar a cabo internamente algo que le resulta relevante, sea lo que sea que esté haciendo. Lógicamente estamos hablando de un silencio de aprendizaje, sano y armónico.

Y en el otro lado está el adulto, que le suele costar mucho percibir, entender y respetar el silencio del niño. Pero hemos de hacer el esfuerzo para detectarlo, para preservarlo y observarlo porque permitiremos mantener ese mundo interior del niño tal cual lo está creando, entenderemos sus procesos madurativos más claramente y lo conoceremos mejor.

Este tipo de silencios no son nada malo sino más bien son bien valiosos y necesarios. No solo por el aprendizaje y conocimiento de sí mismo sino también porque le estamos enseñando y mostrando el respeto al estado de cada uno, el respeto al ritmo interior, a sus emociones, a sus descubrimientos y a la evidencia de que no hace falta llenar el espacio de sonidos innecesarios para estar, sino que el silencio es una buena práctica para concentrarnos, encontrarnos con uno mismo, para relajarnos y compartir.

Te invito a que observes el silencio en los niños que te rodean y que te observes en tus intervenciones también. Que analices si valían la pena esas palabras en ese momento, si podrías haber esperado a que acabara para hablar, si se ha modificado algo al hablar…

Es tan sencillo o tan complicado como preguntarte si vale la pena la interrupción: “muérdete” la lengua un momento y plantéate esta pregunta. Si gana el silencio, date un tiempo para observarlo y estoy segura que te regalarán un momento inolvidable!!

Para acabar, hay una canción infantil que me encanta para ejemplificar, tanto a niños como a grandes, el silencio. Un silencio que se va creando poco a poco conforme nos vamos comiendo las sílabas pero que va dejando una melodía positiva y calma que yo la interpreto como esa actividad interior que surge cuando el silencio deja trabajar al alma. Es “El Silenci” de Dàmaris Gelabert y tiene una letra en catalán muy simple, pero aunque no entiendas lo que dice, me gustaría que te dejaras seducir por la manera de atrapar el silencio.

Espero que te haya gustado y, sobre todo, haberte podido transmitir el valor del silencio tal como yo lo veo. Pero estoy segura que hay muchas maneras de entender el silencio y que son interesantes de reflexionar… ¿Cómo lo entiendes tú?

Cortesía: rejuega

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