La mano que disparó fue una, pero las que cargaron el arma de balas son muchas.
El sábado mataron a un joven en punta gorda. Junto a su cuerpo encontraron su bicicleta y su mochila, en la que solo había pinceles y pinturas. Se llamaba Felipe y era un artista callejero. Un tipo con ideas y con talento, que expresaba a través del grafiti y el mural.
El sábado, estaba frente a uno de sus murales, en una casa abandonada, en el prolijo barrio de punta gorda.
Alguien disparó y lo asesinó. Su delito…parecerse al prototipo mediático del ñery.
Hay una responsabilidad concreta, una individualización necesaria, para que la familia tenga la tranquilidad de conciencia que la muerte de su hijo no quede en la impunidad.
Esto no devuelve la vida, ya lo sabemos. Pero como sociedad también sabemos los estragos éticos y culturales que produce la impunidad.
Pero, la responsabilidad penal de quien haya asesinado a Felipe, es solo una parte de este dolorosísimo asunto.
Porque como ya dije la mano que disparó fue una, pero las balas que cargaron el arma son muchas. Hay toda una “ideología” atrás del disparo asesino. Un coro de voces que viene del lado oscuro y que goza de muy buena salud mediática.
No podemos devolverle la vida a Felipe, pero si podemos hacer dos cosas:
Exigir justicia y no olvidar.
Debemos recuperar la indignación, politizarla y salir a dar la batalla ideológica y subjetiva con nuestro propio pueblo, porque el que pierde la batalla de la sensibilidad no puede ganar ninguna batalla política.
Todos y todas queremos vivir sin miedo, pero no a costa de arrancarnos los ojos entre todos.
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