domingo, 1 de abril de 2018

Los valores para el deporte son los valores para la vida

Cuando fomentas un ambiente relajado, divertido y distendido, a través de la formación y práctica deportivas, el trabajador se relaja, disfruta, lo descontextualiza de su rutina profesional e incorpora estos valores al repertorio de hábitos generales.

El deporte es un juego, y el juego facilita el aprendizaje. Aquellos niños, adolescentes y adultos que practican deporte de forma regular, además de entrenar un hábito de vida saludable, se educan en valores. Es fácil interiorizar valores como la cohesión, la comunicación, el liderazgo, la sana ambición, el esfuerzo o mejorar tu confianza, mientras te diviertes disputando un partido.

Estos valores son fundamentales para superarte, alcanzar los objetivos individuales y grupales, para perseverar y dar tu mejor versión. E igual que se interiorizan para aplicarlos en la práctica deportiva, su aprendizaje se generaliza al resto de las áreas de tu vida. El que aprende a esforzarse lo hace para disputar un balón, para aprender un idioma nuevo y para no postergar un trabajo que tiene un plazo de entrega. Nuestro cerebro asimila el valor en sí, esfuerzo, no solamente la asociación esfuerzo-deporte. Y con ello nos convierte en personas, que además de tener formación académica, profesional, experiencia y otras habilidades y capacidades personales, pueden ofrecer un plus. El plus es la experiencia de quien ha puesto en valor lo aprendido en una disciplina distinta como es el deporte, y que al ponerlo al servicio de la empresa o del trabajo, le ofrece una experiencia que otros no tienen.

Muchos empleados, empresarios y autónomos persiguen formarse para saber trabajar en equipo, comunicar mejor, trabajar la fuerza de voluntad, gestionar bien el tiempo para organizarse, pero es mucho más complicado aprenderlo solo de la perspectiva laboral. Cuando fomentas un ambiente relajado, divertido y distendido, a través de la formación y práctica deportivas, el trabajador se relaja, disfruta, lo descontextualiza de su rutina profesional e incorpora estos valores al repertorio de hábitos generales.

El éxito es algo que todos deseamos, pero no siempre es algo por lo que nos esforzamos. El éxito no se define igual para todos. Algunos anhelan resultados, otros, felicidad, otros desean solo superarse o participar. El éxito es lo que cada uno defina. Lo que sí es cierto es que para alcanzarlo debes involucrarte con tus objetivos, protagonizar tus sueños y trabajar una serie de variables psicológicas que te ayudarán a conseguirlos. Y estas variables psicológicas son las mismas para el deporte que para el trabajo: valores.

No esperes a que pase tu oportunidad, debes ir a por ella. Como quien sale a buscar su gol o mejorar su marca. Aprender del deporte para aplicarlo a la vida y a la profesión es una forma sencilla de crecer y potenciar tu actitud. Se puede empezar poniendo estos valores en práctica:

Liderazgo: tener liderazgo implica tener autonomía, decisión, presencia, determinación y trabajar y entrenar como si fueras un jugador titular. No se sale a la vida para sentarse en el banquillo. Al trabajo se va a darlo todo, con la actitud de quien sabe que a través de su capacidad de influir de forma positiva es capaz de obtener resultados.

Ambición: la actitud y la sana ambición son algo que valoramos en cualquier profesión. Están relacionadas con la superación, el compromiso y el nivel de profesionalidad de un trabajador o un deportista. Puedes perder un partido porque el rival te supere, pero si tienes actitud nunca te sentirás decepcionado. Saldrás del encuentro con la sensación de entrega y esfuerzo.

Esfuerzo: nadie consigue convertir su sueño solo contando con buena suerte. El esfuerzo es el tiempo, el trabajo, las ideas, la creatividad, todo lo que invertimos para alcanzar el objetivo. Porque entre el deseo y la meta, hay un camino que pasa por actuar y esforzarse. − Confianza: lo que nos limita no es la falta de talento, sino la creencia de que no somos capaces. Creer que se puede es determinante para alcanzar la meta.

Comunicación: el deporte y el hecho de remar en la misma dirección y tener un objetivo grupal que prima por encima del individual, obliga al grupo a estar en constante comunicación. Necesitas saber qué quiere el otro, adelantarte a su movimiento, ofrecerle ayuda, negociar, tomar decisiones de forma constante, y solucionar muchos conflictos que surjan.

Atención y concentración: cuando juegues, juega, cuando trabajes, trabaja... este eslogan que tanto ha impactado a través de su publicidad, solo nos recuerda un principio muy básico que las personas hemos olvidado, hacer una cosa a la vez.

Objetivos claros: un deportista, un trabajador y una persona en su vida cotidiana tienen que saber dónde quieren llegar, cuál es su meta. Tener claro el objetivo, definido por escrito, permite elaborar el plan de acción.

Decía John Lennon, que la vida es lo que ocurre mientras estamos ocupados haciendo planes. Pero nosotros podemos conseguir que la vida sea lo que ocurre con los planes que tú has hecho. Y para ello solo necesitas un plan, actitud y valores para alcanzarlo. La actitud lo es todo.

Psic. Dep. Patricia Ramírez

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