domingo, 1 de abril de 2018

El valor del aburrimiento en el juego infantil

Una reflexión sobre el aburrimiento en la infancia y su importancia en el juego infantil para el crecimiento y desarrollo de los niños. Una opción de ver el aburrimiento como un valor al alza.

Después de una época donde los niños han estado durante muchas horas con actividades dirigidas, propuestas seleccionadas, juegos acompañados, actividades extraescolares, horarios marcados, fines de semana planificados… llega un momento en el que aparece el tiempo libre y descubren que ese tiempo es suyo y deberían gestionarlo.

En muchos casos es como si de repente se asomaran a un abismo, donde no saben cómo seguir si no tienen a nadie que se lo diga, porque así llevan haciéndolo todo los días del año… Y comienzan a notar esa sensación llamada aburrimiento que quieren que le solucionemos o buscan solucionar de una forma poco productiva, molestando a su hermano pequeño que disfruta como una perdiz de su propio juego.

Desde hace unos año también vivimos esta sensación en casa y he de reconocer que al principio daba respuesta con ideas para que hicieran o hiciéramos, luego opté por no dar más ideas e incentivar en la generación propia de ideas sin mucho éxito, mientras yo me enfadaba conmigo misma porque no entendía cómo uno podía aburrirse con la cantidad de juguetes que tenían a su alrededor y de cosas que se podían hacer…. Hasta que entendí que el aburrimiento era lo mejor que les podía pasar a mis hijos si yo no ofrecía opciones de actividades y, mucho menos, daba permiso para el uso de tecnologías.

Era la mejor opción porque una vez pasada la cresta de la ola del “estoy aburrido”, “no sé qué hacer”…, llegaba la fase interna de: “he de buscar algo para hacer porque no me ofrecen alternativas”, y luego la etapa de silencio donde poco a poco comenzaba a deslumbrar la idea… Entonces comprobé que el aburrimiento se convertía en la antesala de la imaginación pero de una imaginación auténtica extraída del interior y capaz de llevar al niño a un punto creativo tremendamente rico.

Viendo el panorama que nos rodea me doy cuenta que tenemos a los niños acostumbrados a estar rodeados de miles de cosas al día (sean actividades, tecnología o juguetes estructurados); quizás porque tenemos tanto miedo a que no aprovechen el tiempo aprendiendo, que creemos, con toda nuestra buena fe, que estimularlos las 24 horas del día es lo mejor.

Y quizás no nos hemos parado a pensar que si desde pequeños les dejamos tiempo para ellos: tiempo para jugar libremente y para que realicen la actividad que su interior les marca, ya sea un juego espontáneo, una lectura, un dibujo o lo que les apetezca; el niño aprende mucho más sobre esa experiencia y sobre sí mismo que con cualquier otra actividad dirigida. Y ojo, que las actividades dirigidas son muy enriquecedora pero con moderación y pasión controlada.

Por eso creo que deberíamos de replantearnos esto y comenzar a darles más tiempo libre para jugar y cuando aparezca el aburrimiento, que aparecerá, interpretarlo como un estado más del juego y del aprendizaje que el niño ha de aprender a detectar y gestionar. Y que si no intervenimos en la solución son ellos, poco a poco, los que encontrarán la salida.

Pero para ello hemos de reflexionar y modificar ciertas actitudes, y en este caso del que hablamos, hemos de cambiar nuestra visión negativa del aburrimiento para considerarlo un valor al alza, un valor muy importante que repercutirá en su juego, en la manera de jugar y experimentar, en su curiosidad y asombro, pero sobre todo en el propio auto-conocimiento del niño.

No veremos un cambio inmediato en ellos, pero si les favorecemos ambos tiempos: para jugar y para aburrirse, aprenderán a valorar que ese tiempo es realmente suyo y que con él pueden y son capaces de hacer lo que quieran. Aprenderán a detectar las etapas del juego con sus momentos álgidos y su decaída, y será en ese momento de disminución de atención o de necesidad interior cuando podrán encauzarlo hacia otro terreno, hacia otro tipo de juego que les llene más.

Será el momento en que el asomo del aburrimiento llamará a la imaginación para que le guíe…

Este proceso, por parte del niño, necesita de un aprendizaje de la gestión del aburrimiento. Y por parte del adulto, necesita del permiso paterno para aburrirse, de una mirada positiva, de abstenernos de dar opciones y aguantar dignamente la “bajada de la ola” de una manera tranquila. De esta forma nuestros hijos irán adquiriendo el hábito de buscar sus propias iniciativas, de solventar esa sensación de abismo y canalizar esa energía “desconocida” en un torrente de posibilidades para su juego y su aprendizaje.

Así que te invito a que investigues las fases del aburrimiento que te encuentras en casa, que hagas el ejercicio de mantenerte al margen y que observes el transcurso del tiempo restante. Estoy segura que desde el primer día te sorprenderás y valorarás aún más el “me aburro”, porque lo considerarás una oportunidad de descubrir en tus hijos sus propias posibilidades, sus gustos y posiblemente su pasión y su talento.

Y descubrir esto te dará a ti una información valiosísima para su acompañamiento y su desarrollo como persona. Así que, ¿Cómo ves tú el aburrimiento ahora?


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