Esteban Graneros |
Cortesía: eldiario.es
Esteban Granero: El Pirata, es un futbolista atípico: lector ávido y escritor aficionado, confiesa que su proyecto vital no pasa por ser el mejor jugador del mundo, sino por hacer feliz a su familia con su juego, especialmente a su madre. Pese a que el fútbol es su vida, no teme que la edad o las lesiones le obliguen a dejar de jugar: tiene planes para el futuro. Criado en la cantera del Real Madrid, pasó por el Getafe antes de jugar en el primer equipo en tiempos de Pellegrini. Con Mourinho en el banquillo, decidió marcharse a la Premier, a Londres, fichado por el Queens Park Rangers, donde juega actualmente. Aprovechando la concentración del equipo en un hotel de New Castle, Diario Kafka mantuvo con él la siguiente conversación por Skype.
Diario Kafka: ¿Qué sientes al tener una fecha de caducidad profesional?
Esteban Granero: En el fútbol cuando llegas a los 32, 33, 34 hay muchos prejuicios para que te contraten. Mucha gente no sabe que aunque el fútbol es un deporte, también influyen muchas cosas extradeportivas que mejoran con la edad, como por ejemplo la experiencia, saber leer los partidos, el conocimiento táctico, incluso la resistencia. Hay un prejuicio de que en el fútbol, al ser un deporte, cuanto más viejo te haces eres peor. Sí, pero no tan radical como en otros deportes, como en el atletismo o ciclismo. Por otra parte es importante que la vida de un futbolista tampoco dure mucho porque cuando estás en la élite es un deporte psicológicamente duro. Para muchos jugadores el retiro es casi un alivio. Yo de momento no estoy cansado de jugar, y me cuesta pensar que me canse, pero es verdad que es un deporte duro psicológicamente.
DK: Pero ¿tú no vives con angustia la certeza de que dentro de cinco, diez años, muchos menos que en cualquier otro caso, tu vida profesional se ha acabado? ¿Tienes que aprender a vivir con eso?
EG: La mayoría de los futbolistas lo ven así. Por lo tanto, el principal objetivo de su carrera es conseguir buenos contratos y amontonar dinero. En mi caso no es así por varias razones. En primer lugar porque nunca he visto el fútbol como mi trabajo aunque me dedique a ello. Ha sido mi pasión desde pequeño y el día que deje de jugar profesionalmente seguiré jugando al fútbol con los amigos tanto o más. Es como si a un escritor le dijeran que a partir de los cuarenta le dejan de publicar los libros... Pero no te obligan a dejar de escribir, nadie te va a quitar el ordenador o las ideas para que dejes de escribir. Si no lo ves como un trabajo o si tienes algo más aparte del fútbol, pues se ve con naturalidad y normalidad. En mi caso, voy a intentar hacer una carrera lo mejor posible, mi objetivo principal no es ganar el máximo de dinero, sino disfrutar del fútbol y sobre todo tener la oportunidad de que el fútbol me lleve a muchos sitios. Tengo la suerte de que soy un jugador importante, entre comillas; que ha jugado en equipos grandes, y que tiene buen cartel. Eso te hace tener la posibilidad de poder elegir tus destinos y poder hacer que el fútbol te lleve a diferentes países, a diferentes culturas, y eso es una gozada.
DK: La obsolescencia es una particularidad del fútbol o es consustancial a todos los deportes?
EG: Es más radical en otros deportes. Las gimnastas, la gimnasia rítmica o artística, estas chicas a los 20 tienen que dejarlo y ni siquiera son conscientes de lo que están haciendo. Eso sí que es radical, porque dedicas toda tu vida hasta llegar a eso, y lo tienes que dejar a los 22 años sin tener prácticamente nada. Además son deportes que no te generan muchos ingresos, de modo que es empezar de cero otra vez tu vida, dedicarle tu vida a un deporte muy poco agradecido. Y en ese caso la obsolescencia es mucho más radical y mucho más cruel.
DK: En el fútbol hay dos ejes que compiten con los que vemos en el terreno de juego. Uno es el palco, donde se hacen negocios y se hace tráfico de influencias; y el otro es la sala de prensa, donde muchos entrenadores parece que han jugado un partido diferente al que todos hemos visto. ¿Eres consciente de esta realidad del fútbol?
EG: Afortunada o desafortunadamente, el fútbol es un deporte extremadamente mediático y expone a los futbolistas y a los clubes a una atención desmesurada. Los futbolistas tenemos que estar agradecidos porque es lo que nos hace poder vivir de esto, pero sí es verdad que tenemos un foco potente. Teniendo en cuenta que el fútbol es así, los palcos parecen un buen lugar para hacer buenos negocios. Luego el control mediático del fútbol, las declaraciones de los futbolistas, de los entrenadores, de los propios directivos... Bueno, esto es un circo, en el cual unos se mueven mejor que otros. Hoy en día la prensa crea opinión de forma extrema, pero en el futbol mucho más. La gente cree que lo que lee en el Marca o en el As es la verdad, pero se sorprendería de la cantidad de veces que lo que lee no tiene nada que ver con la realidad. Incluso buenos periodistas, con buena pluma, que escriben en medios serios, escriben cosas totalmente inventadas y crean opinión partiendo de falsedades. Nosotros en ese mundo nos tenemos que desenvolver como podamos. Los entrenadores, igual. Ese juego hay que jugarlo y hay que jugarlo lo mejor que uno sepa. Si lo sabes jugar, si tienes condiciones para ello, te puedes aprovechar. Si no las tienes, lo mejor es estar lo más calladito que puedas e intentar sobrevivir.
DK: ¿El fútbol es cultura?
EG: Para mí el fútbol tiene mucho de cultura. Tiene muchos valores. Un chaval que quiere ser escritor y un chaval que quiere ser futbolista en realidad llevan caminos paralelos, lo que pasa es que la materia es diferente. Y luego el fútbol, al ser algo con tanta atracción, crea su propia cultura. Hay estudiosos del fútbol, hay que gente que vive solamente de ser culto futbolísticamente, de conocer la historia.
DK: ¿Te parece pertinente distinguir entre cultura y entretenimiento, donde incluiríamos el fútbol?
EG: Estamos dándole al entretenimiento un carácter muy despectivo. Hay gente que se entretiene yendo al Museo del Prado. ¿Por qué no va a ser entretenimiento estar escribiendo poemas en su casa? Pues también es un entretenimiento. Entretenimiento a través de la cultura o incluso cultura a través del entretenimiento. Eso para mí no debería estar tan separado. Obviamente, si se pretende llamar entretenimiento a la desconexión cerebral, a ver Sálvame en la tele, si eso es entretenimiento, pues obviamente debe estar separado, pero es sólo si lo quieres decir en un tono muy despectivo.
DK: Valdano, Guardiola, Pellegrini, Bielsa pertenecen a una escuela que hace un planteamiento futbolístico muy distinto al de Mourinho o Javier Clemente. Más allá de las diferencias de estilo, ¿crees que hay contrastes ideológicos? ¿Se podría decir que hay un fútbol de izquierdas y otro de derechas? ¿Un fútbol conservador y un fútbol progresista?
EG: Absolutamente. Yo soy muy fan de Bielsa o de Pellegrini, a quien he tenido la suerte de tener de entrenador. Son radicalmente opuestos a otro tipo de entrenador. Y esa oposición es una oposición bastante similar a la que puedan tener las ideologías políticas. No digo que unos sean de izquierdas y otros de derechas, no, pero sí que la contraposición es muy similar a la contraposición política. Y lo bueno del fútbol es que siguiendo los dos métodos la gente ha triunfado y al final el que es buen entrenador, triunfa. Y ha triunfado Guardiola siendo el polo opuesto de Mourinho, y Mourinho también ha triunfado siendo el polo opuesto de Guardiola. Es decir que hay muchas formas de alcanzar la excelencia, y en el fútbol la excelencia se traduce en ganar trofeos por el camino recto o dando vueltas.
DK: ¿Tú siempre estuviste seguro de que valías para esto?
EG: Yo siempre estuve seguro de que no valía para esto. Sin embargo, yo tenía un hermano mayor que sí estaba seguro. Creo que si no lo hubiera tenido a él, no habría ido a ningún sitio. Pero creo que si yo no hubiese pensado como he pensado, tampoco habría llegado a ningún sitio. Primero porque yo no soy un talento innato, desmesurado, que ha nacido con un don para el fútbol. Soy un chaval normal que ha entrenado. Tengo cierto talento, pero he entrado más que mis compañeros, de eso estoy seguro. Porque si no, habrían llegado ellos y no yo. Pero durante mi proceso yo siempre me he ido sorprendiendo de los pasos hacia delante que he ido dando. Cuando llegué al segundo equipo del Real Madrid para mí fue una sorpresa. Dije: mira, tanto entrenamiento ha merecido la pena. Después me fui al Getafe y jugué en primera división y dije: pues mira, objetivo cumplido. Jamás pensé que pudiera llegar a primera división. Después llegué al Real Madrid y seguía sin creérmelo, y jugué 40 partidos en un año y metí no sé cuántos goles. Y todo me ha ido sorprendiendo.
DK: Tú cuando eras niño hacías colección de cromos, es decir, eras lector de una épica, de la épica futbolística. ¿Qué impresión te produce mirar atrás y ver a ese niño que leía las gestas épicas ahora que eres tú el personaje? ¿Qué sientes al verte en los cromos, en los videojuegos?
EG: Lo de los cromos y lo de los videojuegos es de los mayores guantazos que te da la profesión para decirte: oye, mira dónde estás. Y dices qué hago yo aquí. A mí siempre me ha pasado. El futbolista por definición tiene un ego bastante grande, es un tío echado para adelante, es un tío con mucha confianza, un tiburón. Yo soy bastante poco prototipo de futbolista en ese sentido, porque soy bastante introvertido, bastante inseguro. A mí siempre que me ha pasado esto me he preguntado qué he hecho yo para estar aquí. Seguramente haya hecho más que los demás porque me ha costado más que a los demás, pero siempre me he sentido así.
DK: El fútbol al fin y al cabo trata de dar patadas a un balón. ¿Se corre el riesgo de creer, estando dentro, que lo más importante del mundo es el fútbol?
EG: Para mí es una de las cosas más importantes, pero como pasión, no para llegar a ningún sitio, sino porque me hace feliz. Yo nunca he aspirado a ser el mejor del mundo. He aspirado a ser mejor que mi compañero, o a ser el mejor del entrenamiento, pero como forma para mejorar yo mismo, no como forma para colocarme por encima de nadie. Mi pelea es otra. Yo sé que si llego a casa después de hacer un partido bueno, mi madre está casi llorando de alegría. Y si llego después de un partido malo, mi madre está triste porque sabe que yo estoy triste. Ese es el motor que a mí me mueve.
DK: Hay ajedrecistas de primera línea, o lanzadores de martillo, que viven con penurias, gracias a becas y sin juntar dos mil euros al mes, pero entregan su vida a eso. ¿Crees que sería tu caso con el fútbol si no diera pasta?
EG: Sí, absolutamente. Yo siempre comparo el fútbol con el rugby, porque son deportes muy similares. Los jugadores de rugby no ganan un duro y sin embargo salen a jugar, se parten las piernas, se lesionan, se dan golpes... Parece imposible que haya gente capaz de hacer eso solo por pasión a un deporte. Ves la relación que tienen los jugadores de rugby entre ellos, incluso con los del otro equipo, con el árbitro... Y eso es admirable. Es un deporte mucho más puro, mucho más humano. En el fútbol no pasa eso, en el fútbol es todo muy macarra. Y a lo mejor el rugby es así porque no mueve dinero. A mí me gusta jugar al ajedrez, y si a mí desde pequeño me hubieran criado jugando al ajedrez, yo estaría jugando al ajedrez feliz. Y habría peleado por ser un buen jugador de ajedrez. El deporte te ofrece entrar en una carrera por superarte y por ser mejor cada día. Pero todos los deportes te ofrecen esa carrera, y tú de pequeño escoges cuál quieres practicar. Y una vez que estás dentro el dinero es casi lo de menos. Yo he renunciado muchas veces a contratos mejores que el que tenía. Yo jugaría gratis. Sin un duro. Jugaría con la misma intensidad, con la misma alegría y con el mismo gusto.
DK: ¿Esa entrada desorbitada de dinero a la que te referías antes ha estropeado el fútbol o simplemente lo ha hecho evolucionar hacia un lugar diferente?
EG: Ha permitido que el fútbol sea lo que es y que nosotros nos podamos dedicar a eso. Si no, el fútbol sería otro deporte y habría otro deporte ocupando el lugar del fútbol, porque la gente lo necesita. Y en cuanto la gente necesita algo hay dinero de por medio. En cierto modo lo ha estropeado por lo que he dicho antes: cuando entra el dinero se pierden otras cosas, muchos valores, mucho compañerismo. Y yo personalmente miro con envidia al rugby, a esa manera que tienen de vivirlo.
DK: ¿Hay alguna emoción en el campo de la cultura comparable a lo que sentiste cuando marcaste el primer gol con el primer equipo del Real Madrid en el Bernabeu?
EG: Para mí no. O por lo menos no la he descubierto todavía. Es que los sueños de la infancia son demasiado fuertes y están demasiado dentro. Es lo que has soñado desde pequeñito. Y una vez se cumple. Un sueño de la infancia es imposible que se cumpla. Por eso es un sueño. Y por eso soñamos los niños. Porque no tenemos medida. Y si tienes la suerte de que se te cumple, pues eso no tiene comparación.
DK: Los jugadores de fútbol no tienen fama de ser muy lectores ni muy cultos. ¿Te sientes un friki en este mundo o sí hay compañeros con inquietud cultural, lectores…?
EG: Hay de todo. Hay poco futbolistas a los que le guste leer como hay pocos tintoreros a la que les guste leer. Lo que pasa es que los futbolistas estamos muy estereotipados en ese sentido, aunque tengo que decir que con razón porque estamos muy expuestos a los medios y porque nuestra incultura se ve con un foco de muchos vatios en la cara. Yo tengo mis aficiones, como cada uno tiene las suyas, y no me creo mejor ni peor que nadie por leer en vez de coger un videojuego o en vez dedicar mi tiempo a comprar relojes, no sé... A mí lo que me parece mal es que un futbolista o quien sea coja un libro solamente porque no le llamen inculto. Pero si te gusta leer, pues lees. Y hay muchos futbolista que leen, eh, no muchos, pero hay más de los que la gente piensa.
DK: ¿Tú por qué lees?
EG: Yo leo desde muy pequeño porque a mí leer me ha cambiado la vida. Personajes como Holden Caulfield eran mis héroes, yo quería ser como ellos, quería comportarme como ellos. Lo que lees de joven es lo que te marca. Mis personajes de novela, que eran mis héroes, se comportaban como me gustaba a mí comportarme, y ellos también leían mucho. Yo era muy ávido para leer. Y eso que al principio yo leía casi por obligación, pero bendita obligación. Mi hermano, que es muy buen lector también, me decía: tienes que leer. Y a mí me parecía muy aburrido. Yo era muy inquieto y sentarme en un sofá a leer me parecía muy aburrido, pero me obligaba a leer media hora todos los días. Y a las dos semanas me tenía que quitar el libro para mandarme a entrenar. Paso tanto tiempo jugando al fútbol como leyendo. Yo tengo que salir de casa con un libro por si tengo que esperar en el coche o tengo que esperar en una cola o tengo que esperar a alguien que se va a retrasar en la cita, tenerlo ahí. Y el día que no leo un poquito, aunque sean dos cuentitos, me siento mal, pero igual que el día que no juego al fútbol me siento mal. El día que por la mañana no voy a entrenar tengo un día pesado, estoy cansado, estoy de peor humor.
DK: ¿Qué estás leyendo ahora?
EG: Pues estoy alternando cuentos de Twain con Poe con Chejov. Los cuentos son muy fáciles de alternar. He leído un libro que se titula Cambios, del Premio Nobel chino, que es como su biografía, una novelita muy pequeña. Y acabo de leer El lápiz del carpintero, de Manuel Rivas, que me ha parecido un libro precioso.
DK: ¿Por qué te matriculaste en una escuela de escritura creativa?
EG: A mí siempre me ha gustado escribir. De pequeño escribía las jugadas. Tenía una libretita y ponía: “Butragueño se la pasa a no sé quién, este juega con Martín Vázquez...”. Tenía afición por escribir. Cuando empecé a leer cómics, empecé a escribir cómics. Y mis profesores del colegio me han animado siempre a escribir, a que investigara sobre eso... Matricularme en una escuela de escritura fue una manera de probarme. Yo soy muy inseguro y me da mucha vergüenza, pero yo sabía que si me apuntaba a una cosa de estas me iba a obligar a hacer ejercicios y afortunadamente me apunté. Vi un anuncio en el periódico y me apunté. Fue una experiencia buenísima. Me trataron genial. Es un sitio precioso. Pasé un año genial.
DK: ¿Admiras a algún periodista deportivo no por su análisis del juego, sino por su prosa?
EG: Hay muchos. También hay muchísimos muy malos, horribles. Hay plumas bastante buenas que se dedican exclusivamente al deporte. Y verdaderamente da gusto leerles. Normalmente no están en los periódicos de mayor venta deportiva, pero sí en otros sitios, en portales independientes o en revistas independientes o en periódicos más culturales. Había un periodista que nos ponía siempre a parir, pero que escribía muy bien. No voy a decir quién es para no hacerle publicidad. Nos ponía siempre a parir, pero lo hacía de una forma tan bonita que daba gusto.
DK: ¿Y tú de mayor qué quieres ser, Esteban?
EG: Pues me ha preguntado eso hoy un compañero en el autobús. Estoy ahora en New Castle, porque tenemos mañana un partido aquí. Y veníamos en el autobús y me ha preguntado un compañero: ¿tú qué quieres ser de mayor? Algunas veces pienso que algo muy alejado del fútbol y otras veces pienso que por qué si es algo que me gusta y que conozco bien. Y luego uno tiene pasiones dentro: la lectura, la escritura y pienso que a lo mejor puedo ir por ahí. Tengo otra pasión que es la educación.
Entonces a lo mejor la vida me va a llevar por ahí.
Si tienes pasiones, al final es la propia vida la que te lleva donde te tiene que llevar... A lo mejor es educación unida con fútbol… Puedes llevar la cantera de fútbol del Madrid, que es algo que me gustaría...
DK: La otra posibilidad es convertirse en abuelo cebolleta prematuro, dado lo pronto que quedáis obsoletos, contando una y otra vez las viejas glorias.
EG: El hecho de que se pueda vivir de esto hace que muchos cuando dejan el fútbol se planteen la vida de una forma más cómoda entre comillas, que es: “El fútbol me ha solucionado la vida y a partir de ahora a vivir”. Pero ¿qué es vivir? Vivir no es no hacer nada. Al contrario, vivir es hacer todo. Todo lo demás. Aprovechar que ya no tienes que ir a entrenar todos los días o que ya no tienes que concentrarte para los partidos para tener la libertad de encontrarte a ti mismo y de hacer lo que quieres. El problema es cuando tú intentas encontrarte una vez que has terminado de jugar al fútbol, porque mientras estabas activo te has dedicado exclusivamente a jugar. Entonces está difícil, porque te encuentras muy perdido. Pero yo creo que voy a ir encontrando mi camino conforme vaya terminando mi carrera. De hecho, si ahora mismo dejara el fútbol no tendría problema para dedicarme a muchas cosas. Yo si mañana, ojalá que no, me rompiera la rodilla y no pudiera volver a jugar, me pondría muy triste porque me encanta el fútbol, pero no porque me fuera a aburrir o porque no
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