La obesidad en general y la obesidad infantil en particular es uno de los principales problemas de salud pública que enfrenta Uruguay. En los últimos 15 años las cifras al respecto de este tema se han disparado a nivel mundial y Uruguay lejos está de ser la excepción.
Mientras la cuestión de la obesidad infantil lentamente ha comenzado a instalarse en la opinión pública, a nivel parlamentario los avances hasta el momento han sido pocos. Por otra parte, desde la Organización Mundial de la Salud se establece sin rodeos que la obesidad infantil es uno de los problemas de salud pública más graves del siglo XXI, y en Uruguay este tema está desde hace años calificado como una epidemia.
La licenciada María Rosa Curutchet, presidenta de la Asociación Uruguaya de Dietistas y Nutricionistas, quien además es directora del Observatorio de Seguridad Alimentaria del Instituto Nacional de Alimentación (INDA), dijo a la diaria que “para Uruguay este tema es sumamente preocupante, porque nosotros tenemos una evolución de la obesidad que arranca a edades muy tempranas. Realmente no estamos logrando frenar ese crecimiento acelerado que está teniendo la obesidad, que se observa en todos los grupos etarios”.
Para Curutchet la gravedad de la situación amerita que se adopten medidas inmediatas. Dichas medidas tienen que ser integrales, ya que esta problemática no se puede abordar desde un solo lugar o estrategia porque la complejidad de la situación responde a distintos motivos y por lo tanto hay que pensar en políticas diversas.
Dice Curutchet: “Hoy hay un consenso general, a través de recomendaciones de organismos internacionales y también de evidencia científica, en que una de esas medidas a adoptar es el etiquetado frontal de alimentos que tienen exceso de grasa, de sal o de azúcar. Esta medida apunta a informar al consumidor para que realmente sepa lo que está consumiendo y pueda tomar una decisión con más fundamentos. Porque parte de la explicación de este problema, que es muy complejo, se debe al gran cambio cultural tan marcado que tenemos en la forma de comer desde hace más o menos 15 años, en los que nos hemos ido volcando a alimentos con exceso de sal, grasa y azúcar, que son los que en definitiva están contribuyendo a generar la situación que estamos viviendo actualmente.
Esta sería una medida valiosa. Otras medidas a implementar para desestimular el consumo de este tipo de alimentos son las medidas fiscales y de subsidios a los alimentos que queremos fomentar. Por ejemplo, hace pocas semanas Sudáfrica incorporó impuestos a las bebidas azucaradas, Reino Unido también lo ha hecho y hay múltiples experiencias en el mundo en este sentido. Esa es otra línea de trabajo interesante; otra que es también muy valiosa es la educación alimentaria dirigida a la población, y en ese sentido las guías alimentarias, que en Uruguay son bastante recientes, fueron lanzadas a fines de 2016. La idea es empoderar a los consumidores con información de buena fuente, basada en evidencia científica, para poder alimentarnos mejor”.
Según la diputada frenteamplista Bertha Sanseverino, integrante de la Comisión Especial por el Derecho a la Alimentación, en el Parlamento aún se aguarda el envío por parte del Poder Ejecutivo del proyecto decreto del etiquetado frontal, aunque se está intentando avanzar en otras leyes.
“En este momento lo que queremos es trabajar en la Ley Marco del Derecho a la Alimentación, que es una ley amplia que busca regular y ordenar todas las políticas alimentarias que hay en Uruguay. Sin dudas tenemos grandes atrasos legislativos y también en políticas públicas, porque si bien en nuestro país el tema de la desnutrición es cada vez menor, tenemos un problema de obesidad creciente. Lo que queremos es generar acuerdos y acciones con las empresas privadas de alimentos para lograr algunos avances. En ese sentido la Intendencia de Montevideo, desde la división Salud, trabajó muy bien durante algunos años con las panaderías para bajar las cantidades de sodio en sus productos y fue una experiencia positiva. Sobre esa base nosotros queremos retomar esa relación con las empresas”, afirmó Sanseverino.
La idea de trabajar junto a la industria alimentaria –que en un escenario ideal debería pasar de ser parte del problema a ser parte de la solución– también es compartida por Curutchet: “Puede ser muy interesante trabajar junto a la industria alimentaria para reformular aquellos productos que se puedan reformular. Reducir el azúcar en los lácteos es una medida que sería valiosísima en Uruguay, porque en el caso de los niños, por ejemplo, los exponemos desde edades muy tempranas a sabores muy dulces, y así el paladar se acostumbra a ese sabor. Sería bueno que la industria uruguaya acompañe este proceso, que debe ser lento y gradual; no se puede realizar en forma abrupta porque generaría un rechazo en el consumidor.
En esta misma línea también sería importante que en determinados productos se disminuyera la cantidad de sal, por ejemplo en los panificados, porque en Uruguay consumimos más del doble de las cantidades máximas que deberíamos comer –que no debería superar los cinco gramos por día–. Hay que lograr que la industria alimentaria formule mejores productos que los que tenemos hoy, porque actualmente tenemos un mercado inundado con productos con exceso de grasa, de sal y de azúcar”.
Los especialistas en nutrición entienden que una de las cuestiones fundamentales es reducir los ambientes obesogénicos, que son aquellos que favorecen el desarrollo de obesidad o que estimulan hábitos y comportamientos que conducen al exceso de peso. Es decir, son el conjunto de factores externos que nos rodean que pueden conducir al sobrepeso o la obesidad.
En este sentido Vicente Plata, oficial a cargo de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por su sigla en inglés) en Uruguay, dijo a la diaria: “El problema que tienen los más chicos con la obesidad es culpa de nosotros mismos como sociedad. Porque en Uruguay tenemos el problema adicional de que somos bastante sedentarios. Entonces se suman factores y sucede que niños que no tienen predisposición genética a ser obesos lo terminan siendo porque pasan demasiado tiempo sentados sin hacer ejercicio y con una dieta inadecuada”.
Según Plata, “el tema de la obesidad es preocupante en todas las edades y en todos los sectores sociales, no es un problema de ricos o de pobres. Desde la FAO nos preocupa muchísimo esta verdadera pandemia que estamos sufriendo en Uruguay de sobrepeso y obesidad. Venimos trabajando desde hace varios años con el INDA y con el Ministerio de Salud Pública (MSP) en la implementación del Observatorio de Seguridad Alimentaria y Nutricional. Seguimos apoyando al MSP, junto a otros actores públicos, para actualizar las guías alimentarias, que son un elemento de comunicación muy fuerte para las escuelas y también para los hogares. Ahora estamos en diálogo con el MSP y el INDA para elaborar una propuesta para mejorar las estadísticas y poder optimizar así la información que se tiene sobre la nutrición de los habitantes del país. En Uruguay el Estado siempre ha tenido un gran compromiso con la salud pública, pero también a los tomadores de decisiones hay que proveerlos de información, de evidencias. La idea es poder elaborar un sistema de estadísticas mejor que el actual”.
Sabores intensos
El problema de la obesidad en general y de la obesidad infantil en particular comenzó a tener una tendencia creciente en los últimos 15 años y algunos indicadores grafican un panorama poco alentador.
Según mostró un trabajo reciente de la Comisión Honoraria para la Salud Cardiovascular, 40% de los niños escolares de Montevideo tiene algún grado de sobrepeso u obesidad. Además, dentro de esta población, 15% de estos niños tiene hipertensión.
“Si un niño a los diez años tiene hipertensión, cuando llegue a los 30 va a tener 20 años con una hipertensión encima, y eso, además de afectar el bienestar y la calidad de vida, tiene costos económicos y condiciona el desarrollo social del país”, aseguró la licenciada Curutchet, quien agregó que la situación en la que se encuentra Uruguay es sumamente preocupante y requiere de un paquete de medidas integrales. “Hay que seguir llevando estos temas a la opinión pública y también al sistema político”.
La obesidad en los últimos 15 años comenzó, a nivel mundial y también en Uruguay, a tomar una tendencia creciente, y empezó a registrase cada vez con más frecuencia el problema de la obesidad infantil. Curutchet establece que a pesar de que el tema ha comenzado a tener más difusión “todavía no hay una conciencia pública suficiente sobre lo que implica la obesidad. Es un tema que hay que llevar mucho a la opinión pública, a la reflexión de los padres, a los educadores, al sector salud. Durante muchos años estuvo muy presente la idea de que un niño cuanto más gordito más sanito, y la realidad está muy lejos de eso; entonces hay que trabajar mucho el concepto de que a la obesidad hay que prevenirla, y en ese sentido la alimentación en los primeros años de la vida es determinante. Uno de los problemas es que estamos incorporando desde edades muy tempranas productos industrializados que son o muy salados o muy dulces, y eso hace que los niños demanden estos productos”.
Una de las cuestiones que preocupan mucho en el mundo, particularmente en los países que tienen un alto índice de obesidad infantil, es que los niños de hoy puedan tener una esperanza de vida menor a la de sus padres. Al respecto dijo Curutchet: “Lamentablemente en Uruguay, si nosotros comparamos los números que tenemos en obesidad en adultos, no estamos lejos de las cifras que tiene Estados Unidos; la curva epidemiológica sube en forma acelerada”. Por otra parte, la profesional puntualizó que la problemática de la obesidad no discrimina nivel socioeconómico; no se trata de un tema vinculado a la abundancia de alimentos sino a la mala calidad de estos.
“Es por eso que tener una mirada del sistema alimentario integral es absolutamente necesario”, indicó Curutchet, que agregó que “esta mirada, además, debe trascender el sector salud; es mucho más amplia”.
Más allá de las experiencias llevadas a cabo en países del primer mundo para combatir la obesidad infantil, Curutchet destacó una cercana, la de Chile, que está llevando adelante una estrategia exitosa. Desde 2016 la legislación chilena incluye una normativa sobre el etiquetado frontal de alimentos envasados, que también incorpora la regulación de la publicidad, algo igualmente recomendado por diversos organismos internacionales.
Para Curutchet este punto es fundamental, ya que “la regulación de la publicidad de alimentos apunta a todos los elementos persuasivos que actualmente se colocan en las etiquetas de los alimentos. Y eso Chile lo reguló. Por ejemplo, el uso del tigre en una marca de cereales, las cajitas que venden felicidad y los regalitos que vienen adentro de los huevos de chocolate. Todos esos elementos hay que regularlos porque inducen al consumo a los niños, que no tienen capacidad de discernimiento a la hora de alimentarse”.
Gonzalo Giuria
Cortesía: La Diaria
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